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La reflexión de hoy

La reflexión de hoy

Los incrédulos le pidieron a San Virila un milagro para poder creer. El santo hizo un movimiento con su mano y las tinieblas de la noche apagaron el esplendor del día.

Los escépticos cayeron de rodillas y le pidieron entre lágrimas que les volviera otra vez la luz del sol. Hizo él un segundo movimiento, y de nuevo brilló la claridad.

- Estos que ustedes llaman milagros -dijo a la multitud- son cosas que vemos cotidianamente. A la luz del día suceden las sombras de la noche. Todo lo que sucede en torno nuestro es un milagro que ni siquiera vemos. El mayor milagro sería que aprendiéramos a ver los milagros que nos rodean.

Se volvió San Virila a su convento. Iba muy triste, pues todos los que habían creído cuando llegaron las tinieblas dejaron de creer cuando otra vez vieron la luz.

Colaboración de Mario Pablo Vázquez de León, Gto., México.


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