- Un hombre dedicó toda su vida a lavar platos. - Otro hombre dedicó toda su vida a hacer una catedral. Murieron los dos el mismo día. Tanto mueren los que lavan platos como los que construyen catedrales. Ambos se presentaron a juicio ante el supremo tribunal. El lavaplatos fue absuelto; el que hizo la catedral fue condenado. -¿Por qué? -preguntó con voz en la que había cólera y soberbia. Le explicaron: - Porque este hombre puso lo mejor de sí en la tarea de lavar los platos, y tú no pusiste lo mejor de ti en la tarea de construir la catedral. Colaboración de Mario Pablo Vásquez de México. D.F. |