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Nuestros miedos

Nuestros miedos

Sin que se sepa bien el porqué, en menor o mayor grado vivimos rodeados de miedos. Algunos de ellos nos acompañan desde el día de nuestro nacimiento, cuando salimos del útero materno donde encontrábamos la seguridad y calor que nos arropaba.

A partir de ese día conocimos el dolor, el frío, el hambre y el resto de las inconveniencias que nos toca sortear en esta naturaleza mortal.

Para quienes han tenido una niñez bordada por el cariño de los suyos, los miedos infantiles tal vez se limitaban al típico miedo a la oscuridad o al imaginario coco, pero tristemente una buena parte de nuestra niñez tiene que enfrentar miedos mucho más reales al haber sido arrojados al mundo sin la protección de una familia, y al estar expuestos a la crueldad humana, a los malos tratos, los golpes y los abusos a los que deben enfrentarse para sobrevivir en un mundo deshumanizado, que cada vez da menos cabida a la inocencia infantil.

Dejando a los psicólogos el estudio del origen de esos miedos, la realidad es que pocas cosas nos dan seguridad en esta vida, que es de por sí insegura. ¿Qué hacer entonces en un mundo inseguro?, ¿Vivir con la angustia a flor de piel?, ¿Permitir que la ansiedad consuma nuestros días en la tierra?, ¿Cómo hacer entonces frente al típico miedo a lo desconocido?

Tal vez valdría la pena empezar por comprender que la incertidumbre es parte natural de la vida, y que hay posibilidades reales de que el dolor nos robe la salud y de que perdamos a quienes queremos, y de que presenciemos injusticias intolerables como igualmente real es que tengamos la fortuna de vivir una vida feliz y saludable, que aunque el dolor se haga presente, lo utilicemos para hacernos crecer y aprender de él las lecciones que tiene que enseñarnos, y dejar de sufrir por pequeñeces.

Parece que una fórmula eficaz para acabar con esos miedos es empezar por enfrentarlos. Dicen que el miedo es más cobarde que nosotros y que tan pronto lo miremos de frente, éste comenzará a retirarse. Pocos éxitos tan satisfactorios como vencer un miedo añejo, que muchas veces al enfrentarlo y hacerlo huir nos demuestra que no era ni tan serio ni tan poderoso como lo pensamos. Su único poder era el que nosotros le dábamos al permitirle robarnos la paz.

Como un propósito concreto le invito a enfrentar sus miedos, que en el peor de los casos puede quedar en un simple ejercicio de autoconocimiento, que ya de por sí sería muy útil, pero en caso de éxito, si logramos de verdad deshacernos de esos miedos, andaremos por la vida, como dice un cantor, más ligeros de equipaje.

Inténtelo, no tiene usted nada que perder.


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