Logo Vida Alterna


Compártenos
FaceBook Twitter Google Correo Pin it
/www.pensamientos.com.mx/ > La vida > Tristeza >


Tristeza

Tristeza

Ninguno de los dos sabía que era la tristeza.

Sin embargo, en aquel atardecer sobre el Río Mágico de la Isla de Luz, algo lucía diferente. Era una extraña sensación. Los dos la sentían en sus corazones pero no sabían cómo explicárselo al otro. Así que se tomaron de las manos y el amor, como energía radiante que todo lo sana, emergió del uno al otro, reconfortándolos.

Desde que tenían memoria estaban juntos. Uno contraparte del otro, complementos perfectos, compañeros, dadores mutuos de amor y luz, cooperación total, equipo en equilibrio, sincronicidad absoluta. Juntos eran mucho más que dos, en todas las dimensiones de sus existencias.

Eran hijos del amor y seres repletos de luz y perfección.

Y, en nombre de ese amor que crecía día a día en sus corazones, habían decidido separarse.

Así debía ser...

Como maestros del amor, había llegado la hora de sembrar ese amor en mundos que no lo tenían. Cada uno por su lado, aprendería a valerse por sí mismo, aprendería a amar en solitario y regalaría a otros seres la certeza de la luz que habita en todos los corazones.

La empresa no era sencilla.

Debían dejar la Isla de la Luz, su hogar eterno, y se separarían por un tiempo. Ninguno de los dos tenía muchos conocimientos sobre el tiempo... el tiempo no existe en la Isla de la Luz. Y aunque no supieran de segundos o de miles de años, dejar la Isla y separarse, les producía esa extraña sensación de vacío y tristeza.

Durante la separación no recordarían al otro y tampoco recordarían la Isla... ¿no era mucho pedir? Pero el maestro mayor les había dicho que eso era necesario para poder soportar el viaje. No obstante, siempre la energía del amor los mantendría conectados uno al otro y a la Isla. Aprenderían poco a poco a sentir y saber que el otro existe y regresarían para unirse para siempre.

Cuando volvieran a estar juntos, ambos habrían crecido en el amor, ya que habrían regalado el amor de sus corazones al gran plan de la creación. "Dar es recibir" había dicho el maestro mayor. Y ellos estaban deseosos de dar más allá de las fronteras de la Isla.

Sin embargo en ese atardecer, habían sentido un chispazo de nostalgia en sus corazones. Era hora de partir...

Agarrados de la mano se miraron fijamente a los ojos...

- Te amo - dijo él.

- Te amo - dijo ella.

La Luz los envolvió poco a poco...

La sensación de vacío se fue agrandando, pero a la vez, por compensación, más amor brotó de la Isla hacia ellos. Se sintieron fuertes y felices de poder servir a otros seres. Se sonrieron el uno al otro...

De pronto, un fuerte resplandor los rodeó. Los ojos no vieron más los ojos del otro. Se había separado.

Cada uno, en solitario, cerró sus ojos y a pesar de que habían olvidado, descubrieron los ojos del otro en su corazón.


Zona de comentarios