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Carta a una amiga desconocida

Carta a una amiga desconocida

Querida amiga:

Yo realmente creo que se puede llegar virgen al matrimonio. Sin embargo, después de visitarte, quedé asombrada de la actitud que tienes hacia el noviazgo y las relaciones prematrimoniales.

Tú podrás asegurarme que amas a tu novio, que los dos se tienen muchísima confianza y que no podrían hacerse daño; que su amor es eterno y que sólo buscan una forma de demostrarse lo mucho que se quieren, sin embargo, de los cientos y miles de jóvenes que iniciaron sus relaciones sexuales, creyendo que su amor era eterno, sólo unos cuantos llegaron al matrimonio, y por lo general, fue porque ella resultó embarazada, los otros fueron terminando debido al aburrimiento, a la falta de interés, al poco conocimiento personal de la otra persona y, sobre todo, a la falta de amor. Porque quien de verdad te quiere, sabrá esperar.

En este momento no estás llamada a tener relaciones sexuales, ¿por qué? Simplemente porque no hay un compromiso serio entre tú y tu novio, aunque estén a punto de casarse, aunque te haya jurado que tú eres la mujer de su vida nunca estarás segura de que te casarás con él hasta el día de tu boda, sólo ese día estarás preparada para iniciar tu vida sexual porque el sexo no es sólo parte de tu cuerpo; también implica toda tu persona, tu corazón, tu personalidad. No puedes entregar esto a alguien con quien posiblemente no compartirás el resto de tu vida. Y, te repito, de esto no estarás segura hasta que estés con él en el altar.

Una vez una de mis amigas comenzó a hablar de las relaciones prematrimoniales diciendo que es muy padre, se siente súper bien, ¿para qué esperarte a después si puedes empezar hoy? En cuestión de dos semanas, ella tronó con su novio y ya estaba esperando un bebé. Esto me dejó pensando: ¿No que era mejor hacerlo ahora que esperarse a después?

¡No seas tonta! Piensa en tu futuro. Dices que se te hace muy difícil esperar. Y yo te respondo: ¿hay algo bueno y valioso en la vida que sea fácil?, las cosas que valen la pena tienen un precio alto pero al final te darás cuenta de que fue lo mejor, porque no te conformaste con poco. A menos que aprendas a controlar tus impulsos, nunca alcanzarás lo que te propones. Recuerda que la disciplina y la fuerza de voluntad es una facultad mucho más elevada que el cuerpo y los deseos e impulsos que lo acompañan. No te conformes sólo con intentar eso es un mal pretexto. Si quieres, puedes.

Espero que no estés molesta conmigo. Te quiero mucho y deseo lo mejor para ti. Te digo todo esto porque no quiero verte en diez años lamentándote de tu falta de voluntad.

Piénsalo.

Colaboración de María Guadalupe Cervantes Frías.


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