Sí quepo. Llegó, y sin más preliminares me dijo eso: -Sí quepo. Quise saber quién era. "Soy la duda" -respondió. Tenía una queja: con frecuencia la gente usa la frase: "No cabe duda". -Y sí quepo -protestó-. La duda cabe siempre. Todo lo que el hombre sabe lo debe a que ha dudado. La certeza absoluta es infecunda. El que está cierto de algo ya no busca; sólo el que duda sigue preguntando. Y el que pregunta más es el que más aprende. Le pregunté, basado en sus palabras: -¿Puedo dudar de lo que me está diciendo? Me contestó: -No cabe duda. Colaboración de Mario Pablo Vasquez de México, D.F. |